Escrito por Austerra.
Hasta el inicio de la pandemia el turismo en Chile estaba viviendo una época de oro, con un crecimiento de hasta 7.5% anual y recibiendo numerosos galardones que lo han posicionado como uno de los mejores destinos de turismo aventura y naturaleza a nivel mundial. Hoy, en medio de la crisis más grande en la historia de la industria, los operadores se replantean el modelo de turismo de masas para pasar a alternativas acordes al mundo post-covid; un turismo local, sustentable, regenerativo y con una creciente vinculación al deporte de naturaleza.
Hasta marzo de 2020, justo antes de que la pandemia del coronavirus llegará a Chile, Ignacio López innovaba en la empresa de transporte turístico de su familia agregando a los viajes ingredientes de ecoturismo. Para esto, convertía los recorridos de su ciudad natal, Cochrane, en una experiencia educativa, donde acercaba al visitante a la naturaleza, historia, cultura y tradiciones del lugar, con un fuerte mensaje de conservación.
Tras la llegada de la pandemia sus clientes disminuyeron abruptamente. Sin embargo, esto no ha detenido el objetivo de Ignacio: conectar a las personas con la naturaleza para preservar los paisajes prístinos de la Patagonia. Más que echarse a morir por la crisis que atraviesa el turismo, está nuevamente reinventando su negocio, abriendo y guiando rutas de trekking y trail running en Cochrane, haciendo del deporte y la educación ambiental sus principales herramientas para un nuevo modelo turístico post-covid.
El también director y administrador de Landscapes Chile declara:
“Dentro de toda la reinvención que hemos hecho debido a la pandemia, una de las líneas que se empezó a abrir fue empezar a hacer deporte. Acá en la Patagonia los paisajes son maravillosos. Hay una paz y conexión única, y creo que la única forma de vivir la Patagonia a fondo es estar acá in situ, recorriendo y explorando”.
Esta experiencia es replicable a nivel nacional, donde la industria replantea su reactivación dadas las restricciones que implica la pandemia y considerando a su vez los cambios culturales asociados a la sustentabilidad que atraviesa Chile y el mundo. El turismo local por sobre el de masas, la inmersión en la naturaleza por sobre la mera contemplación, y las innovaciones tecnológicas que facilitan conectarse con los territorios, son algunas de las nuevas formas que se vislumbran para pasar a un turismo resiliente al covid y que de cara a los desafíos del presente y el futuro.
La crisis más grande de la industria
Hasta antes de la pandemia, el turismo se había convertido en una de las principales actividades económicas de Chile. Con un crecimiento promedio anual de 7,8% en el arribo de turistas extranjeros, el país era el tercer destino favorito de Sudamérica, generando ingresos superiores a los US$3.785 millones, y un aporte al empleo que representaba un 4,4% del total nacional, según el anuario 2018 de SERNATUR.
Sin embargo, con la crisis sanitaria la mayor parte del sector turístico del mundo se paralizó: la llegada de turistas internacionales se redujo en promedio un 73% en 2020 y un 87% en enero del 2021, según información de la Organización Mundial de Turismo (OMT). Cifras que en Chile alcanzan un 75% y 85%, respectivamente.
Los más afectados por esta situación son los pequeños y microempresarios que participan de la cadena de turismo, pues han visto detenidos indefinidamente sus principales ingresos. Por ello han buscado nuevos métodos en donde se reduzcan los aforos y se respeten las distancias, enfocado principalmente en la población nacional. Estas medidas son, a la vez, parte de lo que se plantea en un nuevo modelo, como respuesta a los peligros del antiguo modelo de turismo de masas, el cual muchas veces es contaminante y dañino con el medioambiente.
El antiguo turismo
Se podría pensar que el turismo es una industria poco contaminante, pero sumando las emisiones de Co2 de los viajes aéreos, la basura, la contaminación acústica y ambiental, la destrucción de espacios para instalar infraestructura turística (senderos, campings, hoteles, cabañas, caminos para autos, entre otros), y el daño a la fauna y flora con tan solo nuestra presencia, su huella ecológica se vuelve considerable. Todo este impacto, concentrado en tan solo algunos meses del año como ocurre con el turismo de masas, es inviable medioambientalmente a largo plazo.
Según explica Gabriel Inostroza, doctor en geografía e investigador de la Universidad Austral de Chile, cuando nos referimos al sector turístico, se debe tener en cuenta que el modelo tradicional de turismo puede ser contradictorio a uno realmente sostenible y consciente con el medio ambiente, “porque si hubiese compromiso por la conservación de la naturaleza, la lógica llevaría a un desacuerdo con la llegada de flujo de turistas en demasía a ciertos sitios que son frágiles desde el punto de vista ecosistémico”, explica Inostroza, quien también es director del Centro de Investigación en Turismo Alternativo (CETAP)
Esta pausa mundial permite repensar la forma en la que se hacía turismo antes del Covid-19 y cómo se quiere hacer cuándo disminuyan las restricciones. El ejemplo de Landscapes Chile y otros emprendimientos del país nos demuestran que es posible promover una actividad desarrollada en conjunto a las comunidades locales, con planificación territorial y en equilibrio con los ecosistemas.
“Para que el turismo nacional sea sostenible, y se mantenga en el tiempo, sería necesario un replanteamiento de qué es lo que se quiere del turismo en Chile y cómo se quiere hacer turismo. Las respuestas deberían estar en comunidades locales, quienes juegan un rol fundamental, pues son quienes conocen y protegen mejor su territorio”, destaca Inostroza.
Del turismo local a la conservación de la naturaleza
Hace más de 15 años el ingeniero comercial Rodrigo Sánchez Grez trabajaba en su propia pyme: una imprenta, la que inesperadamente fue el punto de inicio para acabar explorando las costas de Chile junto a científicos y turistas. Actualmente su amplia experiencia en el buceo, el turismo y la ciencia, lo tiene trabajando como director ejecutivo de la Fundación Borde Costero, la cual busca capacitar a comunidades locales costeras para que tengan sus propios emprendimientos de buceo y ecoturismo marino.
En un viaje con su pareja a la casa de unos amigos en Quintay, Sánchez buceó por primera vez en su vida. Después de esta primera experiencia, quedó tan maravillado que ofreció a la empresa de turismo que los guio hacer canje de buceo por el material de la imprenta que necesitaran. Desde ahí no dejó de bucear. “Yo meto la cabeza debajo del agua y digo: que rico volver a estar acá. Lo que aún me tiene rallado con esto es el descubrir y seguir explorando”, dice.
Cinco años después de obsesionarse con el mundo del buceo y tener la oportunidad de conocer cómo funcionaba la industria en distintos lugares de Chile como Rapa Nui, Quintay, Iquique, Chañaral de Aceituno y otros, decidió hacer su propio centro: “Buceando Chile”, con quien hace expediciones en todo el país.
Entremedio, el buzo se comenzó a involucrar en el mundo científico luego de participar en un voluntariado junto a la Fundación Huinay, con quienes estuvo apoyando una investigación por un episodio de mortandad masiva de corales en Isla Madre de Dios, lo que lo introdujo en el mundo de la exploración submarina de lugares desconocidos de Chile, abriéndole otras puertas inesperadas.
“Tuve la suerte de ser la persona que estuvo a cargo de montar el Centro de Buceo Caleta Cóndor, en la reserva indígena Mapu Lahual. Ahí capacitamos a un grupo de emprendedores de la comunidad huilliche local, con quienes hicimos un viaje de 0 a 100. Exploramos los sitios de buceo, capacitamos a los habitantes hasta convertirlos en guías profesionales, para terminar entregando el centro armado a la comunidad”, dice el fundador de Buceando Chile.
Luego de esta exitosa experiencia, Sánchez presentó este programa a una organización internacional, quien hoy aporta financiamiento a la Fundación Borde Costero, quienes impulsan proyectos de desarrollo de ecoturismo marino para comunidades costeras, y desde donde trabaja para escalar y replicar la experiencia vivida en Caleta Cóndor.
El ingrediente tecnológico
Todas las industrias están cambiando y reinventándose, y la tecnología se ha convertido en una herramienta imprescindible para el desarrollo y funcionamiento de la sociedad en esta nueva normalidad. En ese sentido, las industrias tecnológicas a nivel mundial han brindado a la población una serie de nuevas funciones que nos permiten adaptarnos, como las aplicaciones de videoconferencias o de homeschooling.
La tecnología chilena ligada al turismo no se ha quedado atrás y han querido también aportar a esta nueva forma de vivir. En ese sentido destaca el trabajo que está realizando SUDA Outdoors, una start-up y aplicación chilena con más de 500.000 usuarios activos que sirve para explorar, descubrir y compartir rutas y spots de más de 40 deportes al aire libre.
Desde SUDA explican que la pandemia les dio un espacio para reflexionar el trabajo que estaban haciendo hasta el momento, donde se dieron cuenta que era importante resolver la pregunta “con quién” realizar aventuras al aire libre para sus usuarios. La solución que obtuvieron se convirtió también en una oportunidad para ayudar a la industria del ecoturismo nacional, la cual se ha visto gravemente afectada por la crisis sanitaria.
“Nuestra misión es impulsar a las personas a hacer deporte en la naturaleza, y nos dimos cuenta que no era suficiente contar con rutas, sino que necesitábamos mostrarles a nuestros usuarios con quiénes podían salir al aire libre. Hacia allá estamos avanzando actualmente”, dice Isabel Guzmán, gerente de Impacto y Alianzas de SUDA Outdoors.
Según explica Isabel, SUDA tiene la convicción de que el deporte al aire libre genera bienestar tanto para las personas, como para el planeta, ya que por medio de experiencias de inmersión en la naturaleza realmente se logra una conexión con ella, el primer paso para la conservación. Es por esto que buscan mostrarle a las personas dónde, cómo y con quién ir a la naturaleza, bajando las barreras de entrada a estas actividades deportivas.
“Por eso queremos conectar a las personas con su entorno, para hacer crecer la conciencia de lo maravilloso que es el lugar donde vivimos y nos podemos recrear al aire libre. El deporte en la naturaleza es una forma de medicina preventiva que también aporta a cuidar -quizás de forma indirecta, pero sí a largo plazo- nuestro planeta”, dice Guzmán desde SUDA, donde ya están dando a conocer emprendimientos como el de Ignacio López o en Cochrane o las experiencias de buceo que planifica Rodrigo Sanchez con Buceando Chile.