Superando la marca de circunnavegación de isla Nelson por parte de Nigel Dennis en 2000, la travesía de Cristian Donoso, Roger Rovira y Exequiel Lira logró unir en 2017 todo el Archipiélago de las Shetland del Sur.


Por Exequiel Lira

La travesía de Integración Antártica nace de una manera muy entretenida, porque yo antes de todo esto no conocía a Cristian Donoso ni a Roger Rovira, que serían mis compañeros en esta aventura.

Me acerqué a Cristian porque él es atleta y embajador SUDA, y por eso mismo yo iba bien seguido a conversar con él, para ponernos de acuerdo en cómo íbamos a darle difusión y dar a conocer sus rutas y expediciones. Además, en estas reuniones yo aprovechaba de preguntarle a Cristian muchas cosas sobre el kayak, que es uno de los deportes que más me gusta y más practico. Le consultaba si el kayak de travesía tenía que ser de fibra o de plástico o de carbono, si tenía que tener timón o skeg, si era mejor en kayak single o doble, ¡en fin! Muchas preguntas.

Hasta que un día llega Cristián y me dice: "Sabes qué Exequiel, no me hagas más preguntas de kayak porque yo no me considero un kayakista". Y yo con eso quedé plop… pero luego agregó: "Yo me considero un expedicionario y el kayak lo ocupo como un medio para explorar".

Obviamente después de eso le hice un montón de preguntas más, y quise saber cuál era el destino que más lo había impresionado entre todas sus experiencias. Y me habló de un lugar alucinante, donde no se veía nada similar a ninguna parte del mundo y donde se había conectado profundamente con la naturaleza y con el mismo: me estaba hablando de Antártica. "Es un lugar que desde que lo pisé siempre quise volver", me dijo.


Destino Sellado
Esta era como la tercera vez que nos reuníamos y no nos habíamos visto mucho antes; yo sabía que Cristian ya no tenía el contacto para volver, así que no lo pensé mucho y se la tiré. "Si me consigo ida a la Antártica; ¿irías a una expedición conmigo?". Me miró como impresionado, y me dijo "¡Ya po!" y me dio la mano. Fue ahí cuando quedó sellado lo que vendría.

Luego de eso sumamos a Roger Rovira, quien además de ser un integrante que se sumaría como experto, para asegurar el éxito de la expedición, ya llevaba 10 años en exploraciones con Cristian.

Una vez que se aprobó la expedición, yo me dediqué al tema comercial y la difusión, y Cristian por su parte, se dedicó a solucionar el desafío en ciertos aspectos bien técnicos. Hay que tener, por ejemplo, un informe de impacto ambiental para las actividades que uno hace en la Antártica, que debe ser aprobado por todos los países que tienen soberanía en este territorio. En la redacción del informe nos demoramos aproximadamente 5 meses; ¡es un tema gigante!

El documento se convierte en una especie de gran ensayo, que luego tiene que ser aprobado por el Ministerio de Relaciones Exteriores y CONAEIA, que es el Comité Operativo de la Evaluación del Impacto Ambiental sobre el Medio Ambiente Antártico. Luego de todo este trabajo hay que ver bien el tema del equipamiento, y cómo uno se va y coordinar con la Armada y Directemar, para que se apruebe que la expedición, que ya está validada en términos medioambientales, es realmente segura para quienes nos lanzamos al viaje.


Archipiélago de las South Shetland
Decidimos ir a las Shetland porque Cristian ya había remado tres veces en la península  antártica y porque todos los barcos se dirigen hacia ella pasan por la Shetland antes, específicamente por Fildes, que es el asentamiento más grande de ese lugar, manejado por los ingleses.

El problema que tienen las Shetland es que no están protegidas por tierra; las corrientes y vientos del Mar de Drake le llegan de frente, o sea que uno enfrenta olas realmente grandes y condiciones que pueden ser muy agresivas.
Ahí fue cuando nos enfrentamos a la historia; el veterano kayakista inglés Nigel Dennis había tratado de unir cada uno de las 5 islas principales que forma el archipiélago  de las Shetland. Dennis, para que se hagan una idea, es el fundador de una de las marcas de kayak europeas más importantes a nivel mundial y ya en 1980 estaba marcando hitos arriba del kayak, como circunnavegar las isla Británicos.  Y lo único que pudo hacer, finalmente, fue darle la vuelta a  la isla Nelson. Con eso, nada más, nos hicimos la idea de lo que nos proponíamos era realmente complicado.


Los marinos nos decían que estábamos locos; que de hecho ellos en zodiac muchas veces no podían pasar de una isla a otra, sobre todo por el cruce del canal Nelson: son 20 kilómetros en mar bastante expuestos.  Las temperaturas, los vientos, las corrientes y sobre todo lo impredecible del tiempo eran los grandes riesgos que teníamos que manejar.  Si uno va remando, no se puede llegar y  parar en cualquier playa. Puede haber glaciares que terminan a pique, o grandes paredes de roca y sencillamente no se puede desembarcar.

En el viaje al final, que resultó finalmente en 11 días de remo, nos fue entregando muchos y variados obstáculos: por ejemplo, en una playa los lobos marinos nos echaron, y no pudimos dormir ahí. Había tramos en que remábamos con 5 nudos de corriente para un lado, luego avanzabas 15 metros y tenías una corriente en dirección completamente opuesta.  
Todos los días era una sorpresa, y en mi caso que he remado 12 años en la zona central, lo más desconcertante fue encontrar patrones tan extraños en el medio acuático.

De las Shetland del Sur a Santiago de Chile
Para mí, y sin duda para Roger y para Cristian también,  esto fue realmente una experiencia inolvidable. Sentí cosas que nunca antes había sentido: el lugar es muy fuerte en términos de interacción con le medio, es un cambio demasiado brusco en comparación a lo que uno está acostumbrado y si no eres capaz de adaptarte rápidamente te quedas atrás, y quedarse atrás significa morir.


En lo personal, entre más hostil el entorno más vivo me siento y eso es algo que estoy buscando constantemente. Y tal como me había anticipado Cristian, los paisajes eran algo realmente distinto. Los contrastes entre montañas, glaciares, puntas rocosas, islas, la vegetación de musgos... Uno piensa que la Antártica es puro hielo, pero, a diferencia de lo que es el Polo Norte, el Ártico, es un continente con tierra donde crecen y viven muchas especies. El contacto con los animales, pingüinos, orcas, focas, lobos, leones, skuas; todos se te acerca constantemente; te están probando, te están oliendo. No te tienen susto porque no vivieron ni evolucionaron contigo. Una de las anécdotas más divertidas o entretenidas que tenemos, precisamente, fue una noche cuando todos  estaban durmiendo menos yo. Y escuché algo que se acercaba como arrastrándose…  ¡y era un elefante marino que se estaba tirando encima de la carpa!


El equipo humano con que te rodeas en estas situaciones también es algo que te toca profundamente. Yo muchas veces me he sentido como alguien distinto, no como un bicho raro, pero si como alguien que disfruta del silencio y de observar. Con el grupo que fui me sentí muy cómodo: hubo días que no pudimos remar y tuvimos que estar metidos en la carpa encerrados, disfrutando por horas cada uno en lo suyo, viendo fotos, leyendo, escribiendo o escuchando música. Y no conversábamos nada, pero de repente fluía la conversación un buen rato, y luego nos quedábamos callados, en silencio, como algo natural y agradable.

Algo que agradezco mucho es que tanto Roger como Cristian me aceptaron en su equipo de expediciones y no fue que me aceptaron solamente en su buena onda, sino que me involucraron en la toma de decisiones, me preguntaban bastante qué opinaba yo sobre si hacer o no ciertas acciones. Siempre conversábamos y eso lo agradezco de manera infinita.


Paz y Agresividad
Algo que me pasó cuando llegué a Santiago es que no fue nada fácil meterse de nuevo a la máquina. En nuestra ciudad todo sucede más rápido; algunas personas me han dicho “¿Cómo lo haces en un entorno tan peligroso y agresivo?”, refiriéndose a lo que hicimos remando, pero la verdad es que no, en estos lugares uno siente una conexión infinita, que te hace sentir en paz. Lo que le comento a la gente es que es finalmente me ocurre todo lo contrario, es en una ciudad como Santiago donde el medio es más agresivo, es un ambiente donde escucho bocinazos, donde la gente te pega empujones y si te demoras te dicen garabatos. En lugares como Antártica, teniendo todo bien manejado y estando equipado, es donde uno se encuentra en paz y se hace más facil vivir.


Nuestra  expedición fue un éxito, logramos el objetivo de integrar las 5 islas principales de las Shetland. Y como lo pasamos tan bien como equipo humano ya estamos organizando otra expedición más; siempre nos hemos mantenido conversando, estamos con las energías a fondo y como decía antes, si uno pisa este lugar, lo único que quieres es volver.